miércoles, 10 de mayo de 2017

Todo son problemas



Todo son problemas, pienso, mientras busco la ropa desperdigada por el suelo del cuarto desordenado en que hemos dormido. Ella también busca la suya. Por fin doy con los calcetines, me los voy poniendo y la miro de reojo, está triste, preocupada. Todo son problemas. Despertamos con una llamada de su chico. Le preguntó si estaba acompañada. Ella no mintió. No sé por qué hacemos preguntas cuando no queremos saber la respuesta. Había sido todo genial. Nos encontramos justo al final de la noche, al parecer nos buscábamos los dos. Me alivió saber que no era el único. Luego seguimos bebiendo, charlando, y luego...
Había sido todo genial. La verdad es que me está empezando a gustar un poco. Y ella estaba contenta hasta que su chico la llamó. Normal. Vaya lío. Acaba de terminar de vestirse. Yo llevo un rato ya vestido, mirándola. Se vuelve hacia mí. Ya no me mira como antes. La abrazo, la siento fría y distante. La acompaño hasta la puerta y nos despedimos con un beso seco. Suerte, digo. Su mirada apenas se caldea un ápice antes de darme la espalda y seguir su camino. Me quedo viéndola irse, triste. No puedo hacer nada. Entonces pienso en mi chica, bueno, pienso en la que era mi chica y pienso en qué coño estará haciendo, con quién se estará acostando. Mierda. Todo son problemas.

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